Fariseo O Publicano: Reflexiones Sobre La Humildad Y La Arrepentencia

Los fariseos y los publicanos forman un par de figuras bíblicas conocidas y relevantes, sobre todo por la enseñanza que representan. Un fariseo era una persona respetable de la época de Jesús mientras que los publicanos eran personas muy despreciadas por los judíos: cobraban impuestos a nombre del Imperio Romano.

A pesar de la gran diferencia entre estas dos figuras, Jesús los relacionó a través de la lección de la humildad y el arrepentimiento. El "Mesías de Dios", al ver que algunos de los fariseos mostraban actitudes arrogantes y altaneras, los confrontó mostrando con su ejemplo que la postura adecuada es la humildad.

Por otra parte, Jesús demostró a través del ejemplo del publicano cómo se puede alcanzar el arrepentimiento. La historia de esta persona deprimida y arrepentida contado por Jesús, fue una clara muestra de que el arrepentimiento significa:

  • Reconocer la ofensa hecha.
  • Mostrar contrición por haberla cometido.
  • Intentar no repitirla.
  • Hacer justicia hacia la víctima.
Índice
  1. La Humildad
  2. La perseverancia y humildad de corazón trae logros inesperados - En busca de la felicidad
  3. Preguntas Relacionadas
    1. ¿Cuáles son las principales diferencias entre la actitud del fariseo y la del publicano?
    2. ¿Cómo los Evangelios presentan a cada uno de estos personajes?
    3. ¿Qué hace diferente el arrepentimiento verdadero al orgullo y el auto-justificarse?
    4. ¿Qué enseña la Biblia acerca de la humildad?
    5. ¿Cómo podemos aprender de esta parábola y cómo podemos aplicarla a nuestra vida?
  4. Conclusión

La Humildad

La perseverancia y humildad de corazón trae logros inesperados - En busca de la felicidad

Preguntas Relacionadas

¿Cuáles son las principales diferencias entre la actitud del fariseo y la del publicano?

Los fariseos y el publicano fueron los dos personajes bíblicos que se encontraban en el templo de Jerusalén para orar. Ambos representaban una acción religiosa, la oración, pero con actitudes muy diferentes.

La actitud del Fariseo fue mucho más altanera. Oró de una forma formal y mostrando pena por su obediencia a la Ley. Además, en lugar de dirigirse a Dios en su oración, oraba mostrando su arrogancia y elevándose sobre los demás. Oró de esta manera: "Doy gracias a ti, Dios, que no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros o como este publicano".

Por otro lado, el publicano tenía una actitud muy diferente. Él no tenía ninguna arrogancia. Se humilló ante Dios y pidió misericordia. Su oración fue: "Oh Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador".

¿Cómo los Evangelios presentan a cada uno de estos personajes?

Los Evangelios presentan a Jesucristo, Dios y el Evangelio de formas distintas:

Jesucristo: los Evangelios presentan a Jesucristo como el Hijo de Dios, el Salvador, el Mesías, el Cordero de Dios, el Maestro, el Enviado de Dios, el Señor de todos y el Rey de reyes. Presentan que nació como un bebé en Belén de Judea, que llevó a cabo milagros, que fue tentado por Satanás, que fue crucificado, muerto y sepultado, que resucitó y ascendió al cielo y que regresará para juzgar al mundo entero;

Dios: Los Evangelios presentan a Dios como un Ser Soberano e Infinito, el Creador y Conserrador del Universo, el que tiene la última palabra, el Señor que todo lo ve, el que controla todas las cosas, el único que conoce el futuro, el que está en control de todo el tiempo, el que perdona los pecados, el Padre Celestial de todos los creyentes.

Evangelio: Los Evangelios presentan el Evangelio como el mensaje central del cristianismo. Es el mensaje de salvación que fue traído a este mundo a través de Jesucristo. El Evangelio es el anuncio de que Dios ha venido a rescatarnos de nuestros pecados mediante la muerte de su Hijo, Jesucristo, para que los seres humanos puedan ser justificados y reconciliados con Él.

¿Qué hace diferente el arrepentimiento verdadero al orgullo y el auto-justificarse?

El arrepentimiento es un concepto muy importante para entender el Evangelio. El arrepentimiento verdadero es el que nos lleva a la vida de misericordia y gracia que Dios ha preparado para nosotros. Esto se logra cuando reconocemos sinceramente nuestros pecados y los confesamos a Dios.

En cambio, el orgullo y la auto-justificación son la forma equivocada de enfrentar nuestras faltas. Esto no solo nos impide recibir el perdón de Dios, sino que también nos lleva a un estado de autosuficiencia en el que creemos que somos capaces de justificarnos por nuestras acciones incorrectas.

Entonces, ¿en qué se diferencia el arrepentimiento verdadero del orgullo y la auto-justificación?

  • El arrepentimiento verdadero nos lleva a pedir perdón de Dios. Significa que reconocemos sinceramente nuestros errores y los confesamos ante él. Esto nos abre la puerta a la misericordia de Dios y nos permite abandonar el pecado.
  • El orgullo y la auto-justificación nos impiden pedir perdón. Esto porque no reconocemos nuestros errores, o tenemos la idea equivocada de que podemos justificarnos por nuestras malas acciones. Esta actitud nos impide recibir las bendiciones de Dios.
  • El arrepentimiento nos lleva a la restauración. Reconociendo y manifestando nuestros errores ante Dios, también entendemos que él nos ama y nos restaurará. Esta restauración no solo nos libera del pecado, sino que nos da la oportunidad de iniciar una vida nueva en comunión con Dios.
  • El orgullo y la auto-justificación no nos permiten acceder a la restauración. Esto es debido a que cerrarnos a nuestros errores y tratar de justificarlos, nos impide confiar en la misericordia de Dios y aceptar su perdón.

¿Qué enseña la Biblia acerca de la humildad?

La Biblia nos enseña que la humildad es una actitud cuyo fin primario es honrar a Dios, y también la de los demás. Implica reconocer que todas nuestras bendiciones vienen de Él y busca servir a los demás con amor y respeto. Por ello, la humildad se relaciona estrechamente con el egoísmo, el orgullo y la auto-promoción.

De aquí podemos entender que la humildad es la característica opuesta a la soberbia. Significa ser conscientes de quienes somos ante Dios, no solo en relación con él, sino también con nuestros compañeros. La soberbia significa enaltecernos a nosotros mismos a costa de los demás.

Por otro lado, la humildad consiste en exaltar al Señor y obedecer Sus mandamientos. Esto nos obliga a ser justos en nuestras palabras y acciones. El concepto clave de humildad es amar al prójimo como a ti mismo.

Frente a los tiempos modernos, la humildad ha tomado un significado diferente. De acuerdo con el ejemplo de Jesús, la humildad significa mirar por los intereses de otros por encima de los propios. De hecho, el modelo de humildad de Cristo nos fue enseñado para imitarlo. La humildad incluye el deseo de servir a los demás, ayudarlos en sus necesidades y compartir el amor de Dios con todos.

Las principales características de la humildad son:

  • Reconocer que todas las bendiciones vienen de Dios.
  • Servir a los demás con amor y respeto.
  • Exaltar al Señor y obedecer Sus mandamientos.
  • Mirar por los intereses de otros antes que los propios.
  • Compartir el amor de Dios con todos.

¿Cómo podemos aprender de esta parábola y cómo podemos aplicarla a nuestra vida?

La parábola del hijo pródigo, contada en Lucas 15, es una de las historias más conocidas de la Biblia y una de las más queridas para los cristianos. Esta parábola nos enseña mucho, desde cómo debemos cuidar a aquellos que nos rodean hasta cómo nos debemos reconciliar con Dios con amor y perdón. Podemos aprender de esta parábola y aplicar sus enseñanzas a nuestra vida.

Amor incondicional: La parábola destaca el amor incondicional de Dios hacia nosotros. El padre mostró compasión por su hijo a pesar de los errores que había cometido. Incluso antes de que su hijo pidiera perdón, el padre corrió a su encuentro y lo abrazó. Esto nos enseña que Dios nos ama incondicionalmente y no juzga por nuestras fallas. Él siempre estará allí para nosotros y nos acepta a pesar de nuestros errores.

Perdón: Otro tema importante en esta parábola es la importancia del perdón. El hijo pródigo estaba arrepentido y pidió perdón a su padre. El padre rápidamente lo perdonó. Esta parábola nos enseña que debemos pedir perdón sinceramente cuando hayamos hecho algo mal y estar preparados para recibir el perdón tan pronto como lo solicitemos. Esto también se aplica a la relación entre nosotros y Dios; Él está listo para perdonarnos cuando le pedimos arrepentidamente.

Reconciliación: El perdón abre la puerta a la reconciliación, lo cual también se destaca en esta parábola. Una vez que el hijo pródigo pidio perdón y fue perdonado, el padre lo abrazó y lo trató como si nunca se hubiera ido. Esto nos muestra que, cuando somos reconciliados con Dios por medio del arrepentimiento y el perdón, Él nos acoge de nuevo de una manera tan grandiosa como si nunca hubiéramos pecado.

Compasión: Finalmente, la parábola también nos enseña acerca de la compasión que debemos tener con otros. El hermano mayor del hijo pródigo se mostró resentido por la bendición que el padre dio a su hermano, pero el padre le recordó a este que, aunque su hermano había cometido errores, él también había sido bendecido y querido por el padre. Esto nos enseña que, aunque seamos conscientes de los errores de los demás, debemos tratar a todos con compasión y misericordia.

Conclusión

En conclusión, la parábola de Jesús acerca del Fariseo y el publicano nos enseña una valiosa lección sobre la humildad y la arrepentencia. Esta historia nos recuerda que los fariseos creían ser mejores que los demás debido a sus profundos conocimientos religiosos. Por otro lado, el publicano reconoció su pecado y pidió misericordia.

Estas dos figuras nos dan un ejemplo muy significativo: la humildad es la base para acercarse a Dios, y el arrepentimiento es indispensable para el perdón. Si somos capaces de aprender de esta parábola y ser humildes ante Dios, seremos capaces de experimentar el amor y la misericordia que nos ofrece.

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